El terremoto de 1985 en Chile cumplió este año su mayoría de edad. Quién lo diría? En el blog
No es que quiera molestar, contaban historias acerca de lo ocurrido ese día. Yo me atreví con la mía. Aquí va:
Ante tanta historia de ese memorable día, no puedo sino contar dónde estaba ese día. Era domingo y mis papás habían estado de aniversario de matrimonio en la semana, así que nos fuimos a celebrar con un almuerzo en El Parron, el que queda cerca de Manuel Montt en Santiago. Recuerdo que había un partido por la tele, así que ningún mozo nos pescaba. En fin, como todo el mundo estaba mirando la tele y no había onda de restorán, nos fuimos a Mundo Mágico. Yo tenía catorce años, pero la cosa de ir a un parque que le habían hecho publicidad en el programa Exito comparándolo con unos que había en Holanda me llamaba la atención. No teníamos auto, así que fuimos en metro. Durante la tarde recorrimos todas las regiones en miniatura y cuando estaba atardeciendo decidimos tomar el trencito que recorría todo el parque, algo así como para hacer la síntesis final de "nuestro Chile". La cosa es que estábamos en la fila y comenzó el "show". La fila se hacía entre unas barandas de fierro, así que nadie pudo moverse y atinamos a afirmarnos en ellas, tal cual como si el movimiento fuera parte de la diversión. Era como un tagadá de pie. Al frente mío veía cómo los barcos en la "mini" bahía de Valparaíso hacían surf y casi se subían por los cerros. Lo más increíble fue que cuando pasó el temblor, el parque siguió funcionando. Nosotros tomamos el tren y la niña que iba describiendo el recorrido decía "bueno, eso era la plaza de armas de Santiago, ahí estaba Farellones, y por allá vemos una parte del volcán". Cuando salimos del parque, el metro no funcionaba. Estuvimos esperando como media hora una micro y recorrimos toda la Alameda desde Pajaritos hasta Plaza Bulnes. Aún recuerdo muros de adobe en el suelo, el chorro de bebidas, vino y trago saliendo por debajo de las cortinas de las botillerías, la tierra, en fin. A mi casa llegamos como a las nueve y media, y claro, como en todas partes, todo en el suelo. Me demoré como una semana en ordenar todos mis libros y papeles. Bueno, se podría decir que aproveché bien la semana extra de vacaciones que nos dieron en los colegios.